domingo, 6 de marzo de 2011

Somos de pocas palabras y grandes silencios.

Es tan fácil como reír por no llorar, 
echar a correr a contracorriente entre un montón de gente que te obstaculiza hasta la respiración,
jugar a ser fuerte, a no dar el brazo a torcer,
con la torpeza de un niño que comienza a dar sus primero pasos en esta vida que cada día se vuelve más compleja,
como los engranajes de un reloj, un reloj que no para ni un segundo, que no da respiro.
Porque el tiempo avanza y nosotros evolucionamos con él.
El tiempo cambia nuestros sentimientos, y convierte el dolor en un lejano recuerdo.



 
Frágil, como una tacita de té.

No hay comentarios:

Publicar un comentario